Me despierto con el sonido del teléfono que suena repetidamente fuera de mi habitación,
y en mi cabeza,
pero cuando soy consciente de ello deja de sonar.
Miro el reloj: casi las tres de la tarde.
Aún así pienso que apenas he dormido nada yme levanto con esa horrible sensación de malestar,
me arrastro por mi casa como un muerto viviente dando tumbos de aquí para allá
intentando encontrar algo en lo que ocupar mi tiempo muerto
que no sea dormir o estar tirada en el sofá,
pero no se me ocurre nada.
Me encamino de nuevo a mi cama mientras la vocecilla de siempre se mete en mi cabeza,
esa aguda e irritante voz que solo sabe repetir siempre lo mismo:
"¡Otra vez! ¡otra vez! Lo has vuelto a hacer Rebeca, lo has hecho, ¡otra vez!"
Sí, la verdad es que sí, lo he vuelto a hacer, pero ya no me importa,
me meteré en la cama hasta que no pueda aguantar más y necesite ir al baño o comer algo para mantenerme consciente.
Me enciendo un cigarro y miro al techo
sin mirarlo realmente
con la mirada perdida fumo mientras estoy, en realidad, en otro lugar.
Y me veo allí, en mitad de la noche, observando a mis amigos entre jarras de cerveza,
entre gritos y risas,
entre una densa niebla gris que lo uninda todo.
El humo... de nuevo el humo...
No me importa demasiado el resto, sé que estoy ahí,
entre todo aquello que tanto odio y cuestiono, entre todas esas cosas que me revuelven el estómago
y, sin embargo, sigo allí.
Asco y miedo.
Recuerdos borrosos de una noche entre tantas.
Resaca, remordimiento
vergüenza
y esa horrible vocecilla:
"¡Cómo has podido hacerlo otra vez! Cuando aprenderás Rebeca, ¿Cuándo?!"
No lo sé,
pero sé que esta vez es la última vez.
Al menos hasta la próxima...
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario